viernes, 27 de noviembre de 2009

Sitges, Torremolinos y Zamora Gay Friendly




LAURA RIVERA


Aunque la imagen de Zamora es conservadora de costumbres y tradiciones, «Sonríe tú» ha seguido creciendo desde su aparición en la ciudad y se ha integrado en la sociedad zamorana con naturalidad, entre procesiones, romerías, días santificados y semanas santas. Ahora lo que proponen es ir más allá de la muralla, y salir al exterior con un nuevo reclamo turístico, proclamándose ciudad amiga de los gays? lesbianas, bisexuales y transexuales. Una ciudad en la que puedan sentirse a gusto las personas independientemente de su orientación sexual y sin tener que ocultarla, claro está, como hacen en Sitges o en Torremolinos. Todo un reto para la recién creada Sociedad de Turismo y sus contemporáneos trabajadores, porque supondría cambiar la imagen que en el exterior tienen de la ciudad, sobria, dura y austera como las piedras del Románico, para hacerla abierta, amable, tolerante? y ¡alegre!Como es en realidad, y no como la imagen que se empeñan en transmitir, condicionada por los calificativos que se han aplicado tradicionalmente a la Semana Santa, eje del reclamo turístico, desbordados por la realidad de lo que es cada vez más una fiesta y ya casi nada un duelo. Porque aunque desde las Instituciones turísticas se empeñan en seguir manteniendo la marca austera de la casa, el boca a boca y supongo que Internet en los últimos años, ha promocionado sin remedio el «botellón» de la noche del jueves al viernes santo, pese a que la procesión dejó de llamarse de los «borrachos».Vamos, que la imagen de la ciudad está cambiando pese a los folletos de arte, valores medioambientales y tranquilidad, y en lugar de «ensimismarse en sí misma», podría abrirse a nuevos colectivos de turistas que encuentren en una ciudad medieval del interior el mismo ambiente de amistad y tolerancia les hace llenar las playas de otras ciudades.No se trata sólo de una cuestión de cantidad, sino de calidad. No se debe pensar sólo en la economía, aunque es verdad que el sector en Zamora necesita turistas que llenen hoteles y bares y creen puestos de trabajo. Se trata de que la pequeña Zamora sea más de todos, y que puedan integrarse, junto a los valores turísticos de siempre, otros nuevos que, pese a ser desconocidos, siempre han formado parte de la ciudad, como es el carácter acogedor de las gentes de Zamora y la propia ciudad que ha ido creciendo poco a poco para acogerlas. No es esa la idea que tienen de Zamora en el exterior. Cuando lejos de estas tierras por eso de la emigración para buscar trabajo, los zamoranos ofrecíamos el tiempo de Semana Santa para conocerlas, nos decían que no, porque les habían hecho creer que era demasiado triste y aburrida.¡Nuestra Semana Santa! ¿Aburrida? ¿Quiénes han sido los responsables de que fuera de aquí se hayan hecho una idea equivocada de nosotros y nuestras fiestas?Tampoco han ayudado libros como «Zamora y Gomorra» de Palomino que, lejos de ser lo que parece, muestran una ciudad de maledicencias provincianas. Tampoco el dicho del Cerco, de que no se ganó en una hora, ha ayudado a la imagen turística de la ciudad; y menos si se añade lo de que se recorre en un cuarto de hora ¡Maledicencia, esa sí, no se sabe muy bien de quién!Ahora se nos brinda una oportunidad de romper con los tópicos del turismo zamorano, tan escaso, y aprovechando que hasta las aristas de las piedras del Románico han ido suavizando sus bordes, puede ser un buen momento para atraer a la ciudad a las personas que no han venido porque nos consideraban tristes y serios.Bueno, aquí no hay playa, más que la de los Pelambres -también conocida como Benidorm- pero también ha llegado el momento de cambiar la idea que podamos tener de los gays, debido a que nos los enseñan siempre subidos en una carroza y de juerga. Seguro que más de uno encuentra atractivo desfilar bajo un caperuz o un paso, y se entusiasma con nuestro sencillo Románico. Eso sí, no se trata de que Zamora sea diferente, sino de algo tan sencillo como que dos hombres, o dos mujeres, puedan pasear cogidos de la mano por el casco histórico, besarse en las almenas del Castillo? mostrarnos su amor en fin, sin que nos escandalicemos por su manifestación de amor. Es fácil.No hace tantos años que en toda España debimos acostumbrarnos a que las parejas de «heteros», chico y chica, se besasen en público, y a las minifaldas y al bikini y a los pelos largos de los chicos, que los primeros turistas llevaban con naturalidad. Con el tiempo acabamos como ellos? Porque era bueno y éramos una sociedad abierta y tolerante. «Friendly», dicen ahora. «Como tú», ciudad pequeña, que podría decir León Felipe.

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